APENAS QUEDA AZUL
Manuel Luque Tapia
Antes, recuerdas, despertabas con el lucero último
y las nubes oscuras todavía,
pero llenas de azul tus manos,
brincando —bucles de espumosa melena—
sobre las rocas,
amansando las navajas de su lengua,
sobre la arena,
acariciando —chapola inquieta— su piel morena.
Pero hoy, acaba de empezar el día
y sólo traes a tus espaldas
una muchedumbre de ausencias.
Tantas ausencias…
Más ausencias.
Porque hoy las olas que hasta la playa se acercan,
no traen azul, sino un calendario de nombres agotados
que deja cadáveres sobre la arena.
Desde el faro parecieran sombras de vida,
muñones de sueños
enquistados a las rocas de los acantilados.
Más muertos. Tantos muertos
que apenas queda azul en la mar,
apenas un resquicio queda exento de culpa,
apenas una ola que no sea un pedazo de muerte.
Demasiados muertos para un nombre sólo, tu nombre.
Porque antes, la mar —un pedazo de mar tan sólo—,
era grata compañía y compañera y vida…
Hoy, para muchos, sepulcro y enemiga.
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