En la isla vacía
quedaron las puertas abiertas.
quedaron las puertas abiertas.
No hay nadie.
El aire roza los muros
baja por los techos que no existen
entra por una ventana rota.
Nadie nota su presencia.
Se fueron antes de que el árbol creciera.
En el silencio, sus huellas
la luz de sus volcanes
un vaso de vino
y sabor a batata.
Huele a herrumbre el camino
en la orilla escucho sus voces.
Se nombran.
Me nombran.
Soy la última.
No queda nadie.
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